26 de novembre 2007

La solución es difícil, pero está en nuestras manos

Esta semana conmemoramos el Día Internacional contra la Violencia de Género en Cornellà, por desgracia, una lacra que no deja de estar de actualidad. Se tiene la sensación que como más madura es nuestra sociedad, más crímenes de este tipo saltan a las páginas de los períodicos.
En los últimos treinta años, lo que ha cambiado es la capacidad y la voluntad de las mujeres para poder decir no, para poder ser ante todo personas, por encima de los valores de sumisión e inferioridad que la sociedad les había inculcado desde siempre. Quizá ahora somos más conscientes de que "ese grito", "esa bofetada", no se pueden permitir.
Estamos en una sociedad más justa y mucho más igualitaria, y con ello, las personas que no tienen ningún respeto por los demás y sólo podían imponerse a través de la prepotencia, se enfrentan ahora a la realidad. Por desgracia, mientras entre todos no sepamos transmitir esos valores de respeto, dignidad y de justicia, habrá personas que crean que su voluntad se puede imponer a gritos y a golpes en el ámbito familiar. Hemos avanzado mucho en treinta años y, en el futuro, los jóvenes habrán asumido aún mejor que nosotros lo que significa esta nueva dignidad: de las mujeres y por extensión de cualquier persona en situación de inferioridad física, mujer, niños o ancianos, o bien coaccionada psicológicamente. Sobre esta clase de violencia en Cornellà aprobamos una moción y pusimos en marcha un ambicioso estudio junto al Consell de la Dona y otras instituciones el año pasado.
No hay semana en que no tengamos que lamentar un nuevo crimen relacionado con la violencia de género. En cada pleno municipal recordamos públicamente esa triste cifra. Recientemente, la polémica se ha centrado en el pobre papel de un programa de televisión, que montó una reunión sorpresa en el plató entre el agresor condenado dos semanas antes y la mujer a la que terminó matando una semana después. Una solución, como la aplicaron en Castilla-La Mancha, es publicar las listas de los maltratadores, aunque por desgracia publicar una lista evita pocas muertes. La solución está en la educación y en cambiar la manera de pensar de todos, de cada uno de nosotros.

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