El valor de la lectura

En estos tiempos en los cuáles se pone en entredicho constantemente nuestro modelo educativo, resulta innovador y sobre todo aporta frescura que una joven adolescente de nuestra ciudad, Nuria Celma, haya conseguido el premio Nacional de Poesía Jove Mique Martí i Pol, en la categoría de primero y segundo de ESO, por su poema “Un plor en silenci”. En pocas líneas y con una intensidad exquisita, hace latir su pulso mediante palabras que desean destrozar la amargura del silencio. No son palabras de una superviviente, son palabras destinadas a vulnerar muros de amargura, muros que algunas veces no queremos ver, muros que desde una mirada limpia desea que no existan, y lo expresa sin ingenuidad, de la forma más elemental que tenemos, encadenando letras para vincular a todos aquellos que deseamos respirar de otra forma. Gracias.

UN PLOR EN EL SILENCI

Un plor, un plor que entra a casa teva i seu al teu costat.
Un gemec, que et suplica que l’escoltis,
però no l’escoltes o no el vols escoltar.
Un sanglot que ve de tants llocs, de tantes llars.
Un plor de boca de nens, nenes i dones, un crit en el silenci.

Un nen que veu violència,
Una nena tapant-se les orelles per no escoltar els crits de l’habitació del costat,
Una dona reclosa dins els murs de casa seva.

Una presó de silenci, en la que no surt la veu per cridar.
Sempre ens sembla distant, que no pot passar... estrany, llunyà...
I de cop sense saber per què... el silenci t’engarjola
I en aquest silenci un plor...
El gemec d’un infant, el crit d’una dona, les llàgrimes dels que són maltractats...
I el que et semblava llunyà ara és proper, allò estrany ho tens davant dels ulls,
I el que no pot passar... està passant.

También quisiera recomendar la lectura de un libro “El enamorado de la Osa Mayor”, de Sergiusz Piasecki. Es un libro que simplemente te traslada, lo leí hace muchos años, lo adquirí en una edición de bolsillo en mis tiempos de visitas al mercado de San Antonio. De fácil e intensa lectura, describe un profundo humanismo a través de los ojos de un bandolero que capta el recorrido de su propia vida, te obliga a hacerte preguntas para saber escuchar, a cerrar heridas invisibles y sobre todo a comprender que a través de la palabra, que nos libera, nos cura y nos integra en otro lugar, además de certificar que el tiempo no está muerto.