12 de març 2007

La humildad del silencio y la dignidad

Ayer se cumplían tres años del atentado terrorista más brutal que ha vivido nuestro país. Anoche mientras veía las noticias y escuchaba declaraciones de amigos y familiares de las 191 víctimas y de los cerca de 2.000 heridos, unidos por un inmenso dolor, sentí indignación. Porque ellos, a pesar de su gran sufrimiento, volvieron a dar una lección de cómo debe abordarse las consecuencias de esta tragedia. Son ciudadanos humildes, trabajadores y trabajadoras, que con su silencio y respeto han dado un ejemplo de dignidad, de valor, de confianza, de honestidad y de integridad. Su actitud y la sobriedad del acto contrastó con otras conductas que desgraciadamente empiezan a ser habituales y que lo único que hacen es enturbiar y crear un marco de confusión con el único fin de dividir y manipular a la sociedad.
Las imágenes y actitudes de ayer nos debe reafirmar sin renunciar, a que somos patriotas de la humanidad, y sin resignarnos, a defender nuestros derechos y nuestros valores, debemos dejar que la justicia haga su papel, porque es imprescindible que la sociedad confíe en sus instrumentos jurídicos e institucionales. Quién pone en quiebra y en duda éstos se pone él mismo en evidencia.Acabo recomendando la portada de hoy de “El Periódico”, titulada No en mi nombre. Me sumo a ese enunciado, nadie debe apropiarse de algo que no le pertenece, y por ello digo también, “no en mi nombre como ciudadano”. Que nadie pretenda arrogarse mi decencia como ciudadano.

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