12 de febrer 2007

Un año de la reforma de las sanciones por incivismo

La ciudad es nuestro espacio común, es como nuestra segunda casa. A todos y todas, nos gusta pasear por nuestros parques y calles de forma tranquila, estar cómodos, ver los jardines arreglados, las calles limpias, el mobiliario en buenas condiciones...
Tenemos que ser conscientes que es una responsabilidad común, no sólo de las administraciones, es, principalmente, una cuestión de actitud cívica, de respeto y de corresponsabilidad. Porque lo que si es cierto, es que el comportamiento de una minoría afecta y perjudica al conjunto. Por ello, hace aproximadamente un año decidimos ser más contundentes e intransigentes con este tipo de actitudes, porque a veces el único mecanismo disuasorio, desgraciadamente, es la sanción económica. Modificamos la Ordenanza de Convivencia Ciudadana y decidimos actuar con firmeza, principalmente con las actitudes reincidentes. El balance ha sido que se han triplicado y en algunos casos cuadruplicado las sanciones, principalmente por ruidos, por excrementos de animales en la calle, o por pintadas y destrozos en el mobiliario urbano.
Pero no sólo actuamos desde la sanción, este es el último eslabón de la cadena. Trabajamos también desde el punto de vista de la educación en el civismo desde las escuelas y las entidades, con campañas de concienciación, de información y con informadores cívicos que explican a los ciudadanos las normas básicas de convivencia. Debemos actuar, con sentido y ser conscientes de que, entre otras cosas, nuestros hijos harán lo que nosotros les enseñemos. Es ante todo, una cuestión de educación y de respeto.

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